“Reconozco el paisaje del Desierto de Atacama y Altiplano Andino como parte de mi propia identidad...”
Nací en Viña del Mar, Chile en 1962. Realicé mi formación como Diseñadora Gráfica en la Universidad Católica de Valparaíso. Vivo hace 27 años en San Pedro de Atacama. En medio de la inmensidad de un territorio poderoso, me encuentro con la fuerza de un lenguaje ancestral, la alfarería precolombina.
Mi trabajo se inserta en esta ancestral tradición alfarera.
Lo fundamental es la relación con la arcilla y sus cualidades. Cada pieza que modelo me lleva a la siguiente, y es durante la lentitud del proceso del modelado a mano, donde exploro, intentando encontrar un ritmo entre, volumen y forma, quietud y movimiento, equilibrio y tensión.
Las piezas son modeladas a mano, usando las antiguas técnicas de pellizcado y lulo. La cualidad superficial se obtiene con el bruñido con piedra de río. La quema es la tradicional quema en hoyo con guano, combinada con una quema a baja temperatura en un horno a gas.
Reconozco el paisaje del Desierto de Atacama y Altiplano Andino como parte de mi propia identidad. El silencio, la soledad, la luz y la vastedad de este territorio han modelado mi ser y mi quehacer.
REVISTA ESTEKA #18
Llamito,
guardián del agua
POR KATJA BERGER,
PERIODISTA
Soledad Christie llegó a vivir hace 25 años a San Pedro de Atacama,Chile. Es el desierto más árido del mundo y en él la vida esmisterio renovado. Este poderoso territorio define la forma de habitar y las particularidades de la cultura originaria. Su fuerza telúrica se impone incluso a los nuevos habitantes que llegan a ocuparlo, para expresarse a través de ellos. Las creaciones de esta ceramista y diseñadora son revelación material del cosmos andino. Su obra en cerámica “Llamito, Guardián del Agua” obtuvo el Sello de Excelencia a la Artesanía Chile 2013 y el Reconocimiento de Excelencia del World Craft Council para artesanías del Cono Sur, Unesco 2014.
La transición desde el diseño gráfico, que estudió en la Universidad Católica de Valparaíso, al oficio de ceramista se dio de manera natural. “Aquí la cerámica se ha practicado por milenios. Sales a caminar por el desierto y encuentras trocitos de antiguas piezas de cerámica, que algún ceramista precolombino sostuvo por horas en sus manos, modelándolas. Me emocioné con la antigua cerámica negra pulida de San Pedro de Atacama; su fuerza, su extrema delicadeza, tan simple en su diseño y a la vez tan llena de misterio”, comparte Soledad Christie. Con el alfarero local Luis Aracena conoció la tradicional quema en hoyo con guano y la técnica del pellizcado y lulo, que usa hasta hoy.
El 2001 participó en un curso de modelado en gres en el taller “La Mano”, de la ceramista Tatané Durán en la misma localidad; ese espacio creativo acogió a un colectivo de ceramistas junto a los cuales Soledad compartió cinco años, que culminaron en el 2006 cuando ella inauguró su propio taller. Temáticamente la obra de Christie se desarrolla a partir de la vasija, la cual va tomando diversas formas, tanto abstractas como figurativas, todas extremadamente livianas y delgadas.
“El trabajo sobre los Llamitos fue inspirado por su mágica presencia en el paisaje. Las pastoras con sus rebaños, las
vicuñas y guanacos libres en el altiplano, la gracia de sus movimientos dentro de la inmovilidad del paisaje. Los sorprendentes petroglifos dejados por antiguos pastores en la zona, trazos que hablan de la significancia cultural de estos seres”, reflexiona Soledad Christie. Ella logra proyectar esa síntesis formal de los glifos arcaicos al espacio tridimensional, dotando a sus Llamitos de un refinado equilibrio entre las curvas y rectas que los componen. Sus gestos logran una narrativa sutil, que evoca también el movimiento del horizonte que habitan.
La cosmogonía andina gira en torno a la Yakana, una enorme constelación formada por los espacios oscuros del cielo invernal que dibujan la figura de una enorme Llama que recorre el cielo junto a su cría. “Esta presencia nocturna es narrada en un antiguo mito que explica como el agua del mar llega al río celestial, la Vía Láctea. La Yakana, en su viaje por el cielo, baja a beber el agua del mar, y para que el agua discurra por el río celeste y caiga a la tierra, la Yakana tiene que orinar en la vía láctea”, relata Soledad. Y así, durante el verano, las lluvias caen para renovar la vida y fecundidad del altiplano, mientras la Yacana se oculta detrás del mar.
Cada Llamito de Christie es bruñido y paleteado varias veces. Las piezas son depositadas en un hoyo en la tierra y cubiertas con guano de los antiguos corrales de las pastoras del altiplano. El fuego penetra lentamente y es cubierto para completar el proceso reductor que le da su característico color negro. La particular huella en cada uno, con sus negros, grafitos, nacarados y metálicos, es tan variada como el rebaño que emerge de las manos de Soledad Christie: llamitos solitarios o con sus crías, mirando el horizonte, testigos perennes de los viajeros y ciclos que atraviesan estas tierras.
Llamito, Guardián del Agua
2013
Quema primitiva en hoyo con “cauto”
o guano, bruñido (36 x 26 x 11 cm)
Premio Sello de Excelencia
a la Artesanía, Chile 2013,
y Reconocimiento de Excelencia del
World Craft Council para artesanías
del Cono Sur, Unesco 2014.